Hoy nos sumamos a las condolencias por el fallecimiento de Luisa Toledo, luchadora incansable cuyo legado permanecerá por siempre en la memoria nacional.
El 29 de marzo de 1985 la vida de Luisa cambió para siempre luego de que efectivos de Carabineros asesinaran a dos de sus hijos: Eduardo (20) y Rafael (18). Desde entonces, la pobladora de la Villa Francia trazó una senda invaluable en la historia de los movimientos sociales, tanto en dictadura como en democracia.
Junto a su esposo colaboró tempranamente en la Vicaría de la Solidaridad, lugar donde denunció las vejaciones cometidas por agentes del Estado, y cuya situación le trajo reiterados hostigamientos y persecución política.
Su rol como pobladora y dirigenta de base siempre fue reconocido por vecinos y vecinas, cuestión que se demostró dada su activa participación en la organización territorial, que caracterizó el período de resistencia a la dictadura mediante el levantamiento de ollas comunes, comedores populares y las intensas jornadas de protesta.
Su incondicional apoyo a la juventud que clama por un país más justo la han transformado en un ícono de unidad en los sectores populares. Ese compromiso de décadas perdura hasta hoy y le ha valido la admiración de jóvenes que día a día trabajan por transformaciones profundas, al igual que sus hijos Rafael, Eduardo y Pablo –el mayor de los hermanos, quien falleció en 1988-.
Recordamos a Luisa homenajeando su calidad de luchadora social y su compromiso irrestricto con la memoria y los Derechos Humanos, legado que permanecerá vivo en todas aquellas personas que luchan por un país más justo y digno.
“Veo la sonrisa de Rafael en cada joven, en cada niño que sale a luchar. La serenidad de Pablo, la elocuencia de Eduardo”.